[Experiencias Roleras] Age of Decadence

Estaba yo hace un par de meses paseándome por las ruinas romanas de Pollentia, en Mallorca, aspirando toda esa magia que, al menos para mí, desprende aquella civilización, cuando me di cuenta de que no había jugado a demasiados juegos con esta ambientación. Rememorando esos pocos títulos, recordé que hacía un año y pico largo había leído algunos análisis de una obra que, bajo ese contexto romano, tildaban como excelente. Ni corto ni perezoso, al ser incapaz de encontrarlo, pregunté a mis compañeros del staff y rápidamente dimos con su nombre: Age of Decadence.

Age of Decadence es un título que sufrió un desarrollo de esos que podríamos llamar difíciles, particularmente lentos. Iron Tower Studio es el nombre del desconocido equipo que se encargó de él, equipo que nació con el objetivo de hacer RPGs de alta dificultad para, en sus propias palabras, "rellenar ese hueco que el mercado demandaba". De momento, Age of Decadence y su "expansión" es lo único que han lanzado, aunque están con un nuevo proyecto de ambientación espacial. Eso sí, pensando que el juego que hoy nos ocupa se comenzó a gestar en 2004 y que no llegó al mercado (varias demos y betas mediante) hasta finales de 2015, mejor esperar sentados.

Y es que este Age of Decadence es un producto especial, hecho de otra manera, con evocaciones fuertes de otros tiempos. Movido por el motor Torque 3D, una herramienta semi-desconocida y que dio problemas a diferentes niveles durante el desarrollo, se perdió OSX y Linux justamente por incompatibilidades técnicas, pese a que estaban previstas dichas versiones. Pero vamos a hablar de lo que nos ofrece el título de facto que, además, está por unos míseros 7€ en las ofertas de Steam actuales.

Age of Decadence es uno de esos títulos de los que es complicado hacer una sinopsis, por la cantidad de posibilidades y finales que ofrece al jugador. Además, incorpora un sistema muy similar al de Dragon Age: Origins, donde al principio elegiremos el trasfondo de nuestro personaje (personalizable) y eso hará que el inicio de la aventura cambie, viviendo unas primeras horas algo distintas según cómo empecemos.

El título nos lleva a un universo ficticio de carácter romano, aunque con ligeros toques egipcios (no en vano ambas culturas coexistieron en el tiempo). Hace una serie de años existía un gran imperio que dominaba prácticamente todo el mundo conocido, pero éste se fue a pique cuando unos fanáticos invocaron a unos demonios de otro mundo que trajeron la destrucción. Ante esa tesitura, los humanos, encabezados por un héroe, invocaron a sus propios dioses, que les ayudaron a ganar la guerra.

En la actualidad, dicho mundo ha empezado prácticamente de cero, después del cataclismo que ocurrió debido al enfrentamiento, con tan sólo tres ciudades que se puedan considerar como tales y pequeños asentamientos de algunos habitantes, además de mucho páramo o desierto. No queda ni rastro de los demonios y dioses que combatieron en la guerra, pero eso no significa que algunas personas no los busquen. Empieces como empieces, de una manera u otra, el protagonista se topará con un misterioso mapa que parece conducir al templo donde reposa uno de los dioses antiguos... y claro, los grandes señores querrán encontrar a dicho ser supremo y ganarse su beneplácito.

Así pues, el argumento central de Age of Decadence se basará en esa búsqueda del templo, ya sea para beneficiarnos nosotros mismos o para encumbrar a uno de los señores que codician el poder que el dios tiene que ofrecer. Cabe decir que, pudiéndose jugar de muchísimas maneras, el título puede acabar sin ni siquiera cumplir esta misión, en base a las decisiones que tomemos, sobre todo en última instancia. Y creo que es necesario destacarlo, porque el final puede llegar a ser bastante abrupto en ocasiones.

De hecho, es uno de los grandes problemas (o aciertos) de este título: está pensado para jugarse varias veces, encarnando personajes de orígenes diferentes y con orientaciones (al combate, a la persuasión...) diametralmente distintas. Por ello, en una partida (y me pasó a mí) puede hacerse bastante corto y dar la sensación de no desarrollar del todo bien la historia central. Realmente está pensado para jugarse en al menos 3 o 4 ocasiones, lo que nos permitirá componer la trama completa y vivir la experiencia argumental que propone desde sus diversos puntos de vista.

A nivel narrativo el juego es relativamente convencional para lo que es un CRPG, usando muchos de los tropos y motivos que vemos en el rol occidental, aunque con una ambientación que no presenta estereotipos de criaturas habituales como dragones y demás. En ese sentido, el juego se siente fresco, aunque al final tengamos la sensación de que su historia no se desvía tanto de los cánones del género. Eso sí, como buen heredero de esos míticos Baldur's Gate y similares, vais a tener que leer texto, texto y más texto, ayudando ello a comprender mejor la ambientación y el mundo que nos rodea.

Como hemos dicho antes, las decisiones a tomar serán constantes e incluso las que parecen poca cosa y parte de una misión secundaria pueden tener su impacto más tarde en la historia principal. Lo comentaremos luego en el sistema de juego, pero Age of Decadence tiene un sistema de reputación con las facciones que nos impedirá incluso cumplir algunas misiones. Además, al final de cada capítulo nos informa de las decisiones "importantes" que hemos tomado, dejándonos entrever que eso tendrá algún impacto más adelante.

Ya hemos comentado que este título bebe de los clásicos RPGs para ordenador como Baldur's Gate, Icewind Dale, Planescape Torment... pero no lo hace así en el combate. En este título, exploraremos el mundo con un personaje creado a nuestro gusto (si bien el editor de aspecto no es demasiado amplio), lo que implica definir sus atributos y habilidades en una hoja de personaje, como si de un juego de rol de papel y lápiz se tratara.

Los avezados conocerán de sobra los atributos básicos: fuerza, destreza, constitución, percepción, inteligencia y carisma. Éstos afectarán a lo que el personaje puede hacer tanto en los diálogos como en la lucha o exploración, así como definirán también la cantidad de puntos de habilidad que ganamos a lo largo del juego. Y es que, si bien los atributos básicos nunca mejoran (como mucho, empeoran), podemos gastar unos puntos que vamos obteniendo a medida que completamos misiones o combatimos en las habilidades. Las hay de dos tipos y no es baladí: habilidades de combate y cívicas.

Las habilidades de combate se resumen en nivel de dominio de algún arma (espada, daga, hacha, arco...), bloqueo, esquiva y golpes críticos. Definirán lo bueno que será combatiendo un personaje y más vale no configurarlas a lo loco: quien mucho abarca poco aprieta y aquí el aprendiz de todo pero maestro de nada morirá a las primeras de cambio. Conviene centrarse en un arma en concreto y en bloqueo o esquiva (nunca las dos pues no se acumulan), así como en críticos si jugamos con dagas o arcos, por poner ejemplos.

A la hora de combatir, Age of Decadence se desmarca de los clásicos que hemos citado anteriormente y pasa a ser una suerte de SRPG a pequeña escala: nos moveremos por turnos sobre una cuadrícula, donde los puntos de acción marcarán lo que podemos hacer. Así pues, cada cosa que hagamos (movernos, atacar, cambiar el equipo...) gasta parte de esos puntos de acción y una vez los hayamos consumido, no podremos hacer nada hasta el siguiente turno (donde se rellenan). A la hora de atacar, podemos elegir distintos tipos de ataque (rápido, fuerte...) así como objetivos (torso, piernas...), lo cual tiene su importancia: un ataque rápido tendrá más precisión que uno fuerte pero hará menos daño, atacar a las piernas del rival lo puede desestabilizar (perdiendo esquiva), etc.

Pese a que suene relativamente sencillo, el combate es sumamente complejo, ya que incorpora todos esos cálculos de esta vertiente del género que a más de uno dan dolor de cabeza, con fórmulas matemáticas para todo: RD de la armadura, precisión de los golpes, posibilidad de crítico... Es uno de los aspectos que, si no gusta mucho, alejará a parte de los jugadores, pues exige atención al equipamiento y al detalle, pero cuenta con un componente de azar visible. Además, y como dije antes, es tremendamente difícil: usualmente seremos uno contra al menos 3 o 4 oponentes y aquí la desventaja numérica importa. La propia introducción del juego ya te advierte: si no quieres acabar muerto, no combatas. Y tienen razón.

Es uno de los aspectos quizá más achacables al juego: está muy bien, pero no es para todo el mundo. No tiene opciones de dificultad que yo haya visto, ni tampoco posee curva de aprendizaje alguna: es complicado desde el principio y el tutorial escaso, no siendo amable para el jugador. Está pensado, como decían los chicos de Iron Tower Studio para jugadores muy experimentados del género, esta vez de verdad. Y, aunque se le dediquen algunas horas, al final el ensayo-error va a estar muy presente y no es del todo satisfactorio, así que atentos a ello.

Si quizá en el combate no brilla, aún con sus detalles interesantes, donde sí destaca Age of Decadence es en su otra vertiente: la del juego de exploración y diálogo. Con un personaje bien enfocado a las artes cívicas, el juego es una auténtica delicia a nivel de posibilidades. Algunas de esas artes más sociales incluyen cosas como la imitación, la astucia, la persuasión, el sigilo, el saber arcano o el robo, por poner simplemente algunas. El cómo enfoquemos a nuestro personaje va a marcar el cómo jugaremos al juego. Ya no sólo tenemos la elección de ser más combativos o más conciliadores: es que dentro del personaje conciliador podemos ser un ladrón, un artista del engaño, un ser de astucia y persuasión sin límites o bien un experto conocedor del mundo que nos rodea, por poner algunos ejemplos.

Os pongo un ejemplo práctico: por temas de historia necesitamos obtener unos documentos de un cuartel militar. Como mercader, hacemos una serie de favores que nos conducen a trabar amistad con uno de los capitanes del cuartel, el cual nos acompañará allí disfrazándonos de legionario y nos colará casi hasta el despacho. Allí, sobornaremos con cuantiosas monedas de oro al vigilante y papeles obtenidos. Pero es que otro personaje podría colarse por la ventana sigilosamente, forzar la cerradura y robar los papeles. Otro distinto sería un guardia del propio regimiento y entraría sin problemas. Un tercero optaría por la vía de la sangre. Y otro más se podría disfrazar por sí mismo y fingiría ser un comandante para llegar hasta ahí sin problemas. Las habilidades cívicas harán que seamos uno u otro de esos personajes y el enfoque del juego cambiará visiblemente.

De hecho, y de nuevo como dije antes, no podremos encarnar a todos esos personajes y tener todas esas opciones en una partida: inevitablemente tendremos que asignar puntos para fortalecer sólo 3 o 4 de estas áreas, haciéndonos expertos en ello. Y es aquí donde más vuelo alcanza Age of Decadence: es un juego para rolear, para ser quien quieras ser. Y si optas por la parte diplomática, es disfrutable sobradamente. Aquí las facciones y la fama que nos hayamos granjeado con ellas y en general tendrán un peso vital: no es lo mismo pedir audiencia con tu señor que con otro del que has despotricado abiertamente y matado a la mitad de su guardia.

En cuanto a la exploración, poco que decir que no sepamos ya de este estilo de juegos: nos moveremos a base de ratón sobre lugares más o menos amplios (accesibles mediante un mapamundi textual), con el típico cambio del puntero cuando podamos realizar alguna acción. Ganaremos experiencia cumpliendo misiones o descubriendo lugares nuevos, a veces también simplemente por hablar con personajes en unos diálogos de "frases enteras", donde diremos exactamente lo que ponga en las líneas a elegir. Y todo lo que hagamos vendrá marcado por esos atributos y habilidades, cuyo nivel deberá superar al objetivo (invisible) para que lo que estamos haciendo salga bien.

Por cerrar y no dejar ninguna posibilidad al aire, el juego cuenta con un sistema de inventario habitual, con peso máximo a llevar restringido y varios huecos de equipamiento (cabeza, las dos manos, torso, anillos...). Además, cuenta con dos sistemas de fabricación: herrería y alquimia, que sólo los personajes que se enfoquen a dichas habilidades podrán aprovechar al máximo. Son sistemas sencillitos pero ofrecen posibilidades, especialmente para los combatientes, que sin duda necesitarán buen equipo y los mejores venenos, trampas y curas a su disposición (en serio os lo digo).

Valorar la duración de Age of Decadence es muy relativo: puede ir desde las tres horas de partida hasta las diez o doce o incluso más, dependiendo del enfoque que tomemos y, sobre todo, de la cantidad de secundarias que hagamos. En general, está aceptado que las partidas más cortas serán las basadas en el diálogo, pues el pararse a combatir alarga el juego. Como decíamos, la cantidad de secundarias que hagamos (y encontremos, porque no siempre es fácil ya que aquí no hay indicadores en el mapa de ningún tipo) y cuánto exploremos el mundo del juego marcará también esas horas de más o de menos.

Antes lo he dicho y lo recalco ahora: en una partida haciendo toda la línea principal podemos encontrarnos con un final algo abrupto, como si fuera precipitado y, desde luego, podrían haber alargado más para sentir una transición más suave. No es un problema porque sabemos que necesitas rejugar al menos 2 o 3 veces más para tener todo el cuadro completo (o las distintas posibilidades), pero habrá jugadores a los que le moleste. Desde luego, si uno no es de rejugar sus títulos, Age of Decadence no es la mejor elección.

En cuanto a la dificultad, si optamos por la parte habladora y persuasiva (podemos pasarnos el juego sin participar en ni un combate) el título es asequible y se disfruta sin mayores problemas, más allá de la exploración para encontrar algún personaje o lugar que no somos capaces o la obtención de más reputación con según qué facción para atravesar una secuencia (lo cual, a veces, nos podría atascar por no encontrar esas secundarias medio ocultas).

Sin embargo, si elegimos la ruta del combatiente, tenemos que estar preparados para pensar mucho, configurar y equipar bien al personaje, gestionar recursos de herrería o alquimia con cuidado y enfrentarnos a una dificultad superior a la media en los combates, donde los héroes no existen y es difícil salir airoso de una escaramuza con tres o cuatro simples bandidos. En eso el juego es realista y, como cité antes, ya advierte de que la mejor manera de no morir es no luchar. Blanco y en botella.

A pesar de ello, no hubiera estado de más que contase con varios niveles de dificultad para nivelar esta situación en combate, o que el principio del juego en ese sentido hubiese sido más suave: desde el primer momento nos topamos batallas a muerte de las que es complicado salir airosos. Para jugar por esta vía hay que echarle paciencia, francamente, lo cual no quiere decir que no pueda ser satisfactoria para los jugadores más avezados. Avisados quedáis.

Posiblemente estemos ante los elementos más simples y negativos del juego. Siendo un título de finales de 2015, Age of Decadence se ve muy pobre, incluso con la configuración de rendimiento más alta. Modelados poligonales sin mucho detalle, texturas que cantan bastante, diseños sencillitos, nulas expresiones faciales y menús que evocan a los clásicos y no son precisamente amigables a la vista. Parece más un juego de inicios de siglo que uno más o menos contemporáneo y eso se nota.

El apartado artístico tampoco acaba de destacar, ensombrecido por esa poca capacidad técnica. Los diseños no son especialmente destacables, así como tampoco el mundo del juego, que sin embargo sí coincide transmitir la sensación de ser desértico y devastado, tal vez por las limitaciones técnicas. Se nota que se trata de un juego que se inició en 2004, que arrastra un motor problemático de esa época y que prefiere centrar sus bazas en otros elementos.

A nivel sonoro tampoco esperéis nada del otro jueves. Las melodías son sencillas y no destacan en absoluto, siendo lo mejor que se puede decir de ellas el hecho de que acompañen el devenir del juego sin molestar y guarden ciertas reminiscencias con la cultura en la que se ambienta. Ninguno de sus numerosos diálogos está doblado, lo cual es comprensible dadas las limitaciones del estudio.

Para cerrar esta sección, sí me gustaría aportar algo que considero de lujo: inicialmente Age of Decadence estaba en inglés, pero gracias a la comunidad tiene traducción incorporada en castellano, siendo uno de los dos únicos idiomas a los que se ha localizado el juego. Debo decir que la labor de traducción es francamente espectacular, muy fiel a la versión inglesa pero al mismo tiempo marcándose unas expresiones y chascarrillos (la hoja de personaje es impagable) muy bien traídos. Sólo se se antojan algunos fallos es en las descripciones de objetos y equipo, que no suelen estar completas, pero el resto está enteramente traducido de manera ejemplar. No hay fallos de sincronización de texto tampoco ni partes en inglés más allá de lo que acabo de decir del inventario, así que chapó.

Llegamos a la parte difícil, porque Age of Decadence me ha dejado emociones encontradas tras una partida completa (como mercader) y dos más relativamente avanzadas (como pretor y como asesino). Cuando brilla, que es en la parte de RPG orientado a la persuasión y al diálogo, el juego lo hace francamente bien, ofrece una pléyade de elecciones (que importan) al jugador y te deja transitarlo prácticamente como quieras. Aquí roleas de verdad.

Sin embargo, tiene varios puntos oscuros que lo lastran. La parte técnica es pobre, muy pobre. Aún jugándolo en vertiente persuasiva da la sensación de acabar abruptamente y durar poco. Pero tal vez lo que más me moleste sea la extraordinaria complejidad y dificultad de su combate, incluso viniendo de juegos también considerados exigentes y parecidos. No es amigable con el jugador en ese sentido y requiere sangre, sudor y lágrimas para dominarlo. Lo cual, ojo, no es malo, pero no puedo evitar pensar que en Iron Tower Studio se centraron en la otra vertiente y dejaron esta un poco desequilibrada, lo cual es una lástima.

Así pues, estamos ante una experiencia ambigua, que no sería recomendable para todo el mundo. Los que quieran probar un buen CRPG en su vertiente más interpretativa encontrarán algo muy disfrutable aquí, mientras que los que quieran enfocarse al combate pueden salir asustados. El envoltorio no ayuda, pero el interior es francamente bueno en las partes que brilla. Si os apetece adoptar un papel y estáis dispuestos a echarle más de una partida, es una buena inversión. Si tenéis todavía dudas tras haber llegado hasta aquí, es que este juego no es para vosotros.

1 comentario:

  1. Flojo, no termina de convencerme, aún así, se agradece que hables de estos títulos que no llegaron al gran público

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