Monjes: la rareza cultural

En el género RPG deberíamos diferenciar entre dos clases de monjes que, aunque en ambos casos suelen tener un gran vínculo con la espiritualidad, son radicalmente diferentes en su rol dentro del grupo. Por una parte, tendríamos al monje como variante de curandero, del que ya hablamos hace tiempo y cumple una función vital en cualquier equipo de aventureros, al ser quien garantiza la supervivencia de sus compañeros en base a sus capacidades para recuperar sus heridas.

Pero la otra variante es el monje guerrero, especializado en combate y con una clara influencia de los monjes de ascendencia china, quienes usan su propio cuerpo como método de defensa. Es, pues, el rol homenaje a las artes marciales que existe casi desde los inicios de Dragones y Mazmorras (aquí nos situamos en 1975, antes que los RPGs comerciales existieran en la industria de los videojuegos) y también uno de los más complicados de implementar de forma equilibrada en la mayor parte de arquetipos, ya que generalmente los monjes no basan su mejora al equiparse con armas o armaduras de mayor rendimiento: en su lugar, son la clase con un incremento constante de sus propias estadísticas por encima de la media, a cambio de no usar ningún tipo de equipo.

Es decir, tenemos una clase que no depende de otros factores habituales en el género para ser más eficientes conforme avanza la aventura y, por tanto, también cuentan con habilidades propias - principalmente pasivas- que servirían para equilibrar su potencial con los puños y patadas a quien usa grandes armaduras, poderosas armas mágicas o conjuros. Todo un reto.

Es por ello por lo que normalmente en muchos RPGs se opta por tonificar mucho esa particularidad y los Monjes cuentan con su propio equipo asociado, como mitones, garras, bandanas, cinturones o túnicas, que les da la posibilidad de ser configurados de forma similar al resto de trabajos del juego sin que se note demasiado y sigan pareciendo esa clase tan pura que simplemente usaba su cuerpo en Dragones y Mazmorras.

Podemos encontrar referencias interesantes en títulos como Bravely Default, en la que la habilidad definitiva del trabajo, Talento Natural, aumentaba enormemente las capacidades del monje si no llevaba nada equipado, permitiendo que fuese posible causar un daño desorbitado con la clase si optábamos por esa opción. ¿La contrapartida? Muy evidente y seguramente el gran problema del Monje en la mayor parte de títulos: sus defensas eran ridículas, convirtiéndolo prácticamente en un Berserker que, en lugar de ir cargado con un mandoble o un hacha, usa kung fu y porta incluso menos defensas.

En otros títulos lo que se busca es crear una clase centrada en las habilidades físicas que suele contar con alguna forma de ataque en área o a distancia, quizás en forma de oleada de puñetazos y/o patadas o lanzando su ki. Si el sistema de combate lo permite, esta clase suele ser también proclive en empujones a los rivales, lanzándolos a distancia o derribándolos para ganar algo de tiempo. Es decir, suele ser más espectacular que efectivo, si no es lo suficientemente equilibrado con respecto a otros roles.

Pero quizás donde más problemas presenta esta clase es en su propia ubicación, ya que en tramas de fantasía medieval con espada y hechicería o entes divinos bien definidos resulta muy chocante la aparición de un personaje desarmado, vestido con túnicas, que usa la meditación y energías místicas del mundo de una forma muy diferente a los propios hechiceros normales del entorno. Es, básicamente, un agente extraño en medio de la mayoría de tramas que nos suelen plantear, ya que las diferencias entre las culturas de las otras localizaciones de una región nunca llegarán a ser tan extremas como confrontar la fantasía medieval de espada y hechicería con la ambientación asiática de monjes y templos shaolín.

Esto también limita bastante la personalidad de estos personajes, que normalmente suelen ser justos, calmados, callados y sabios, ya que no los veremos como protagonistas de la mayoría de tramas (salvo en los Jade Empire de Bioware u otros tantos RPGs diseñados directamente en Asia) y, por tanto, tendrán un rol secundario en el que esa personalidad típica funcionará como contrapunto a otros personajes del grupo. Será una especie de "toque colorido", que es en gran parte todo lo que rodea a esta clase dentro de la fantasía medieval.

Es por ello por lo que, ante la variedad de opciones disponibles, los Monjes suelen ser clases que no logran destacar por la gran cantidad de competencia existente en su rol: no tiene la resistencia del Guerrero, el factor de distancia del Arquero o genera la utilidad del Ladrón. Es una clase centrada en causar daño que, en su forma más pura, no puede contar con la mejora que suele suponer tener acceso a nuevas piezas de equipo, por lo que resultará enormemente complicado que se equilibre a otros oficios que sí tienen esa opción (aunque al principio suele ser mucho más eficiente). En caso de que pueda adquirir equipo, el Monje será un DPS más, con armas y habilidades propias, pero con ese toque colorido único de encontrarnos a un personaje de la cultura china integrado en historias que no suelen estar relacionadas en ese entorno.

¿Cuáles serían vuestros Monjes favoritos de este tipo combativo? ¿Habéis llevado a esta clase hasta el final en algún RPG? ¿Cuál es vuestra impresión de la misma?

1 comentario:

  1. Si, es bastante chocante ver un "monje" que luego resulta que más bien es un artista marcial.
    En los primeros Final Fantasy es una profesión bien rota, con acceso a muchisimos PS y Ataque Físico y sin necesidad de equiparse ningún arma.
    En otros juegos ya no es tan interesante. La idea es que un caballero se chetaria a golpe de conseguir mejores armas y armaduras mientras que el monje para mejorar no tendria más que subir de nivel. Y diría que la gracia es que el monje seria el equivalente del Magikarp, siendo al principio muy debil debido a las limitaciones que sufre por no tener acceso a equipamientos mientras que en los tramos finales ser más poderoso que cualquier otro personaje.

    ResponderEliminar