Final Fantasy Tactics A2: Historias cortas


Hace ya bastantes años, Square Enix contaba con una página oficial dedicada a sus aficionados en la que se podía jugar a minijuegos y publicaban entrevistas o contenido oficial de algunos de sus títulos, como una especie de mezcla entre promoción y agradecimiento a los que habían disfrutado de esos productos. Eventualmente esa página cerró en occidente y, con ella, se perdió buena parte del contenido que se había localizado, que sólo fue preservado por diferentes aficionados en foros o sitios similares... que, como todos sabemos, también han sufrido un claro abandono con el paso de los años, además del "cierre" del alojamiento de imágenes más usado de la época, Imageshack.

Una parte de ese contenido eran las historias cortas de Final Fantasy Tactics A2: Grimoire of the Rift, con unas pocas imágenes acompañando simples eventos alrededor de los protagonistas del juego. Ese contenido lo traduje hace años para Base Avalancha y eventualmente lo resubí al foro de Destino RPG (sí, lo teníamos), pero el tiempo ha hecho que las imágenes hayan desaparecido por la caída del hosting. Por ello, aquí vamos a realizar una nueva retraducción de esas historias cortas, subiendo de nuevo las imágenes asociadas, aunque las vamos a publicar por separado y no en el mismo formato para que resulte más cómodo. Si nunca las habéis leído u os apetece volver a echar un vistazo a estos simples momentos, esperamos que os traiga buenos recuerdos del título. Aviso, alguna historia tiene spoilers de ciertos momentos del juego:

Ahí estaba, mirando a través de la ventana de la clase en un día claro y brillante. El colegio había acabado, así que todo estaba en silencio. No había nadie fuera o en las clases. Todo vacío. Acabamos de mudarnos y mis padres me habían traído para que pudiera tener clases el próximo semestre. Ellos estaban ocupados hablando con el profesor o algo así, así que pensé que mejor echaba un vistazo por el lugar. La clase en la que decían que iba a estar era bastante bonita. Daba el sol y era muy calentita.

Entonces vi a alguien desde la ventana. Parecía tener la edad exacta para ser un estudiante del colegio y también estaba llevando algo. Caminaba por el campus cuando, de repente, se paró y me miró justo al pasar frente a la ventana. Me pilló de sorpresa y creo que él tampoco esperaba que hubiese nadie aquí, ya que dio un repullo al verme. Entonces empezó a correr hacia mi, gritando: "Hey, no eres un fantasma o algo así, ¿verdad?"  y se paró justo enfrente de donde yo estaba.

-"No, no soy un fantasma", le respondí. "Voy a venir a este colegio el próximo semestre. Mis padres están apuntándome ahora mismo. Yo solo estoy echando un vistazo".
-"¿Y esa es la clase en la que estarás?"
-"Sí, eso creo. El aula del señor Blair".
-"¡Hey, entonces tendremos al mismo profesor!"
-"Eso es genial".
-"Heh, mucho"

Tenía una sonrisa muy amplia y amistosa. Entonces me hizo una señal. "Oye, ¿quieres lanzarlo conmigo?" Me enseñó lo que llevaba en sus manos: era un cohete hecho con una botella de plástico. El agua se movía en su interior brillando con la luz del Sol. "Ninguno de mis amigos pudo venir, así que sería genial". Yo miré hacia otro lado. No estaba seguro de dónde me estaba metiendo, pero él me insistió. "Venga, salta desde la ventana". La sonrisa de antes volvía a aparecer en su rostro y eso fue todo lo que necesité para convencerme. Agarrando el cierre de la ventana, di un salto para llegar al patio. "Nada más despertarme me di cuenta de que el clima era ideal. No hace viento. Perfecto para un lanzamiento. Así que preparé uno lo más rápido que pude. Con un día como este, ¿quién sabe lo alto que llegará?"

Caminamos un poco hasta que llegamos a una bimba de una bicicleta y algo que parecía un tubo que estaban colocados sobre el césped. Pronto comprendí que era la zona de lanzamiento. Miró al cielo con el cohete y empezó a hacer ajustes en la plataforma de lanzamiento. Lo colocó con el tubo y la bimba ajustadas a su base. Entonces empezó a introducir aire en el cohete con la bimba: "...treinta y nueve, cuarenta. ¡Eso debería valer! De acuerdo, allá va". Yo sólo estaba mirándole preparando el cohete para el lanzamiento, pero cuando acabó el proceso me llamó para que me acercara. Me dijo que aguantara el botón de lanzamiento, un clip grande en la base del cohete.

-"¿Podemos hacer esto?"
-"Te dije que lo lanzaríamos juntos, ¿verdad?" Entonces me agaché para aguantar el botón de lanzamiento. Pensé rápidamente que este chico sería muy popular en la clase. "De acuerdo, ¡cuando dé la señal, presiona el clip y lanza el cohete!" Se colocó detrás mía para tener una buena visión de la plataforma. "¡Que comience la cuenta atrás! 5, 4, 3, 2, 1... ¡Lanzamiento!" Presioné el clip y el cohete empezó a hacer ruido y elevarse a los cielos, dejando caer agua mientras subía. Nuestras manos, rodillas... todo se mojó y empezamos a reírnos. Conforme se quedaba sin agua, el cohete empezó a caer hacia el césped. Al final, supongo que voló durante unos cien metros o por ahí. El chico a mi lado sonreía con una sensación de victoria. Yo me sentía refrescado. Era una gran sensación.

-"¡¿Quién de vosotros ha sido? ¿Quién lanzó el cohete?!"
-"Uh-oh. ¡Es el señor Blair!" Un hombre alto nos miraba desde la ventana de la clase. Mis padres estaban detrás de él.
-"Pillo el cohete y me marcho". El chico corrió tomando la plataforma de lanzamiento y la bimba bajo el brazo. Creo que le murmuré algo conforme se iba, pero no se me ocurrió qué decirle. Se hizo con el cohete y entonces me gritó: "¡Me llamo Luso. Luso Clemens. Nos vemos tras las vacaciones!" Y entonces se fue. Yo volví a la clase y sabía que me había metido en un lío, pero mientras estaba ahí sentado cuando el señor Blair me reñía, sólo podía pensar en el final de las vacaciones.

"¿Qué hago aquí?" 

El sonido de los platos y las conversaciones no llegaban a Adel mientras que ella paseaba sus dedos por su vaso medio vacío. Había esperado horas. Ya estaba llegando el crepúsculo y los clientes estaban empezando a ocupar la taberna. 

"Desde luego, no ha sido mi día".

La mañana comenzó bien, se despertó con el cálido sol del amanecer y el canto de los pájaros. Estaba determinada a tener un día provechoso. Salió de la cama, se lavó la cara, vistió y cuando se iba a peinar fue cuando se dio cuenta: un mechón rebelde la desafiaba. Se esforzó por intentar controlarlo, pero no estaba siendo posible. Adel no tuvo más remedio que rendirse tras casi media hora de lucha. Se acabó el zumo que estaba bebiendo y descansó su barbilla sobre sus manos.

"No debería haber salido de la cama"

Su mañana perfecta se pudo haber arruinado, pero cuando acabó su desayuno esa frustración se había disipado y salió de compras. Tenía gangas que vender y planeaba usar el dinero en un nuevo par de botas. Anne Salier acababa de lanzar un nueva línea que era perfecta para cazadores y ella misma. Llegó a la tienda y colocó las frutas mágicas que quería vender sobre el mostrador, dándose cuenta de que tres de las cuatro piezas se habían abierto. El día anterior brillaban perfectamente y no daban signos de que esto fuera a pasar. No hace falta decir que logró menos dinero que el esperado, por lo que su sueño de hacerse con las adorables botas de lazo rojo con cuero blanco acababa de evaporarse como el rocío de la mañana.

"Y aquí estamos".

Adel echó un vistazo al asiento de su lado. Una mochila sucia descansaba al pie de la silla. Una sensación de vacío le sobrevino mientras miraba la mochila y su propietario.

-¿Algún problema con mi mochila?
-"No, me parece normal".
-"Lo que digas".

El chico entrecerró sus ya de por sí estrechos ojos y soltó una gran sonrisa. Había algo en él que le hacía parecer una persona abierta, alguien en el que podrías confiar.

"Yo pensaba que era la amistosa".

Ya le había pasado antes de camino a la taberna. Adel quería algo de comer que le quitase la sensación de fracaso tras sus compras. Había algo de jaleo en la calle de mercaderes y un joven aventurero estaba intentando librarse de un insistente vendedor, con poca suerte por el momento. Adel pasó a su lado distraída, pero el chico la agarró del brazo. "¿Me ibas a tener esperando todo el día?" Al darse cuenta de que ella podría ser la acompañante del aventurero, el mercader desistió de seguir intentando vender su producto. Después de eso, el chico se disculpó a Adel, pero luego resultó que él también tenía una cita en la taberna al que ella estaba yendo, por lo que los dos fueron juntos. Al llegar, él dejó su bolsa y pidió algo de comer. Ella esperaba que le invitase a algo por las molestias, pero no hubo suerte. Al acabar, trataba de buscar un buen momento para despedirse, pero no lo encontró y allí seguía.

-"¿Y bien?"
-¿Y bien qué?
-¿No estabas esperando a alguien? ¿Dónde está?
-"Parece que me han plantado". Y puntualizó eso con una carcajada despreocupada.
-"¿Entonces a qué hemos estado esperando todo este tiempo?
-"El tendero me contó que había un grupo antes de nuestra llegada que coincidía con la descripción de los cazadores con los que me debía encontrar, pero se ve que reclutaron a otra gente de la taberna y se fueron". Tenía una sonrisa de resignación en su cara. "Bueno, es algo que pasa. De hecho, me ha ocurrido un montón. Me enfadaría, pero ya no están aquí para enfadarme con ellos, así que no ganaría mucho con ello. Supongo que así son las cosas". Añadió con un suspiro.

Adel no podía seguir enfadada con el chico que tenía todo el derecho de estar cabreado y, en su lugar, prefería reírse. "Ríe y el mundo reirá contigo.". Ella le contestó con un pobre "Siento que tenga que ser así".

El chico recogió su bolsa tras sonreír una vez más. "Bueno, debería marcharme. Gracias por esperar a mi lado. También eres una cazadora, ¿verdad? Debemos cuidar unos de otros, no son tiempos sencillos".

"Cierto, no lo son". Y Adel le vio marcharse. Entonces se quedó mirando un rato a su vaso vacío antes de marcharse. El sol ya se había retirado y un una brisa fresca estaba empezando a alzarse. "Mañana tampoco será sencillo". Se dijo a sí misma mientras caminaba por la calle en penumbra.

Podía oler el océano.

Cid estaba sobre las losas, respirando el aire de la lluvia que le caía encima, trayendo una cierta fragancia de mar salada. La consciencia, tenue y borrosa, empezaba a tomar forma. Su cuerpo estaba rígido, agarrotado. Si era por la pérdida de sangre o la tormenta no lo tenía claro. Sólo su estómago, desde el que todavía brotaba sangre, permanecía caliente. Sus pensamientos surgían con una cierta poesía. Musitaba que la sangre se le estaba escapando como la erupción de un volcán o algo así. Desde luego, nunca podría imaginar convertirse en un buen poeta.

Incluso cuando danzaba con esos pensamientos violentos, el color y el sonido parecían difuminarse gentilmente del mundo a su alrededor. Empezó también una desagradable sensación de vértigo sobre su cuerpo, como si todo girase. Vueltas y vueltas, vueltas y vueltas. Eh, eso no era bueno.

Al ver una bala abrirse camino hacia su estómago parecía que estaba observando a otra persona, pero no había aclarado en su mente si era porque no había sido la primera vez que recibía un disparo o porque había perdido demasiada sangre para pensar con lógica. Probablemente un poco de las dos cosas. Al principio pensó que estaba solo, pero entonces el peso de la mirada de otra persona cayó sobre él. Abrió los ojos ligeramente y miró hacia la tormenta. Pensó que había visto unos pálidos ojos azules sobre él, pero intentó apartar esa idea. No podía ser. Era imposible. No había nadie la última vez, ¿por qué ahora sí?

Una imagen se le vino a la mente: había una mujer delgada en silencio. Su pelo añil oscuro estaba mojado y ella mostraba una expresión firme y oscura. Hablaba con unos labios pintados de azul, pero Cid no podía escucharla. Intentó abrir su boca para responderle, pero no fue capaz. Lentamente, ella levantó su brazo y un destello surgió del cañón de su pistola. Fuegos artificiales. La mirada de esos ojos pálidos, el escenario girando y, finalmente, el olor al océano. 

Todo ya había pasado antes. No. No, esta vez era diferente. Pronto ya dejaría de haber sangre que perder. Eso sería todo, así se acabaría y ella ya no estaba allí. No había sido ella la que le disparó, ella no había hecho eso. Tenía que aguantar. Volvió a abrir los ojos y una niebla oscura nublaba su visión. Veía estrellas, pero estaba determinado a saber si los ojos que vio antes eran sólo imaginarios, así que miró hacia el lado. Estaba solo. Nadie estaba a su lado. Satisfecho por su soledad, de nuevo descansó su mejilla sobre el empedrado empapado por la lluvia. Los bordes de su boca se curvaron en una sonrisa. Quizás las cosas no estaban tan mal, después de todo.

¿Qué es lo que dijo? Que viviría. Había dejado atrás su pasado, sus deberes, obligaciones, todo. Y ahora un fantasma de ese pasado había decidido asaltarle en el peor momento posible. Suficiente para hacerle reír. El pasado no quería marcharse. Pero tenía que aguantar, tenía que vivir. Precisamente por eso se marchó.

Pero este no era el momento de preocuparse por el pasado. No, había un niño del que preocuparse. Ese chico extraño que literalmente cayó del cielo justo delante de sus narices. Tenía que volver, eso lo tenía claro. Sufriendo para levantarse, parecía evidente que su cuerpo no iba a cooperar. Sus brazos y piernas parecía que pertenecían a otra persona, pero con un gran esfuerzo finalmente logró mover su mano derecha ligeramente. Al hacerlo, sintió que estaba a punto de desmayarse. Su visión se oscureció y pensó que alguien le había puesto una venda en los ojos. Si eso pasaba al mover un brazo, la cosa no pintaba bien.

Si se desmayaba, se acabó. Su cuerpo parecía listo para rendirse, pero él no lo permitía. Luchó contra su consciencia y ganó. Por el pitido de sus orejas escuchó el crujido lejano de la gravilla. El sonido se acercaba poco a poco, hasta que se detuvo a su lado. Había algo oscuro moviéndose frente a él. Un trozo de tela. No. Era más, una capa. Por supuesto. Como antes, bajó la mirada, respiró y volvió a mirar a la figura a su lado: 

"Todavía no estoy preparado para morir. Has venido a volver a salvarme, ¿verdad, juez?" No hubo respuesta, pero el frío se apoderó de su cuerpo y el dolor en su estómago disminuyó. Una gentil calma se apoderó de él. Iba a estar bien, iba a vivir. La lluvia estaba cesando y en su lugar una brisa empezaba a acariciar su mejilla. Cid respiró el aire una vez más y se rindió al sueño. Podía oler el océano en el viento.

Mi nombre es Zan. Me gusta la música, así que he decidido salir de viaje y experimentar con canciones e instrumentos de todo el mundo, kupó. Pero antes de marcharme le quiero decir adiós a todos mis hermanos y hermanas:

Sorbet, mi segundo hermano mayor.

"¿Te vas de viaje, kupó? ¡Me pones celoso! También quiero ir, kupó." (Aunque Sorbet suele ahorrar bastante giles, él los pierde en sus convulsos viajes, kupó - Zan)

"Tengo unos cuantos consejos para tí, hermano pequeño: no tengas vergüenza al viajar, kupó. Simplemente recuerda eso y podrás marchar tranquilo y feliz a donde te lleve el destino. Es el consejo que sigo yo mismo, kupó. ¡Espero que te diviertas y que me traigas algún dulce, kupó!"

No tengo muy claro eso de que un moguri pueda ser tan despreocupado y considerarse un moguri, kupó.

Nono, mi cuarto hermano mayor.

"Si te fueses un poco más tarde, te podría haber llevado en mi nave. Una pena, kupó. Y, sí, el Brillante I, mi orgullo y fuente de felicidad, está casi acabado. ¡Voy a dejar de ser un piloto de barco volador para convertirme en dueño de uno, kupó!" (Construir su propia nave siempre ha sido el sueño de Nono. Ha estado ahorrando cada gil y planeando el diseño durante muchos años - Zan) 

"Deberías venir a darte un viaje un día de estos. Te llevaré donde quieras, kupó. Y diviértete en tu viaje. Si pasas por Gogue, hazte el último catálogo de su consorcio por mi, kupó."

¡Espero que su nave sea digna de los cielos, kupó!

Horne, mi tercer hermano mayor.

"¿Va a ser un viaje largo, kupó? No te olvides de llevarte todo lo que necesites y no sólo las cosas para el día a día, kupó. Deberías estar preparado en caso de que enfermes o te encuentres con personajes poco amistosos. Te daré una lista de los objetos recomendados para que te los lleves, kupó". (Horne es un gran aficionado a los objetos. Se sabe el objeto justo que usar en cada ocasión - Zan)

"¡Oh, y no olvides de llevarte una bolsita con nueces algarrobo, kupó! ¡Diviértete en tu viaje y tráeme algún objeto exótico, kupó!"

Me encantaría comprarle algo, pero me pregunto si me quedará algún hueco en el que guardarlo.

Fora, mi hermana gemela.

"¿Estás seguro que estarás bien viajando solo, kupó? Me voy a preocupar por mi pom-pom. Te prestaría uno de mis chocobos para el viaje, pero no sabes montarlo, kupó." (Fora tiene un establo de chocobos y, que conste, yo sé montar chocobos perfectamente, simplemente tengo unos principios a la hora de hacerlo. Es Montblanc el que no sabe montarlos, kupó. - Zan) 

"Trata de asegurarte de que no haces nada estúpido. Siempre has sido demasiado amable y confiado, así que no dejes que nadie se aproveche de ti, kupó. Ten cuidado con lo que comes y bebes también o te dolerá la tripa. Trataré de escribirte cada par de meses, si no te importa, kupó. Pero en fin, espero que te diviertas en tu viaje. ¡Tráeme algún accesorio mono, kupó!"

No suena como una hermana, parece mi madre, kupó.

Montblanc, mi hermano mayor.

"Ese viaje por la música al que te vas es toda una sorpresa, kupó. Pero creo que es una buena idea. Tú siempre has evitado salir de aventuras y esta es la oportunidad perfecta de corregir eso, kupó. Las cosas que aprenderás y verás en tu viaje no tendrán precio, kupó. Tendrás sorpresas que ni podrás imaginar, ¡así que espero que disfrutes cada minuto, kupó!" Montblanc nunca fue como los demás, kupó.

"¿Te importaría traerme algo de vino? Una botella vintage de Prudence bastaría, kupó."

¿Prudence? Si sólo hay unos miles de botellas en todo el mundo, kupó. ¡Costará una fortuna! ¿Se le ha ido su pom-pom? ¡Si está de broma, yo no me estoy riendo, kupó! Además, hasta donde llego Montblanc no bebe vino. ¿Quién se piensa que es, kupó?

... Y ya es hora de que me marche. No puedo esperar a conocer el tipo de música y sorpresas que me encontraré en mi viaje. ¡Nos vemos, kupó!

Han pasado unos días desde que se fue. Cid, Adel y Zan pararon en la taberna para beber algo después de acabar una misión. Al entrar, el dueño les paró.

-"Cid, tú y tus cazadores parecéis un tanto decaídos".
-"¿Ah, sí? No me había fijado".
-"Hay algo que me gustaría que vieses. Sígueme".

El dueño salió de detrás de la barra y les llevó a través de las mesas donde había varios clientes sentados. Cid le siguió en silencio mientras Adel les seguía y preguntó en voz baja:

-"¿De qué va esto?"
-"Ni idea".
-"Kupo-po" murmuró Zan a su lado.

Al final, llegaron al lugar más alejado de la barra y el dueño les señaló la parte baja del muro. Cid y los otros bajaron sus miradas para comprobar lo que estaba señalando y dijeron al unisono:
"¡¿Ah?! "¡Kupó!" "Hrmmm". Alguien había escrito algo fuera del alcance de las miradas, pero si te fijabas lo podías leer sin problemas:

Luso Clemens, del clan Destino, estuvo aquí.

El mesonero puso sus manos sobre la cintura mientras los tres examinaban lo que había tallado Luso en el muro.

-"Esto complica la cosa. La... inscripción... deja claro que tu clan es el responsable, así que creo que lo razonable es que tú pagues por las reparaciones".
-"Me persigue incluso ahora". Dice un molesto Cid.
-"¿Qué vas a hacer, kupó?"
-"En circunstancias normales, supongo que pagaríamos las reparaciones sin más",
-"Kupó... no estoy muy seguro de cómo me sentiría por hacer eso."

Cid se rascó el cuello y puso su cara de pensar. Tras un momento, se giró al dueño e hizo una pequeña reverencia al mesonero.

"Perdona, ¿pero podría pedirte que lo dejases tal y como está? Pagaré por las molestias, por supuesto." El mesonero lo pensó por un momento y entonces contestó encogiéndose de hombros y con un suspiro. "Supongo que es lo que hay". Entonces Cid pidió un almuerzo más caro de lo habitual y todos se sentaron en la mesa vacía.

-"Algo que dice que no va a ser la primera taberna donde nos vamos a encontrar con algo así", musitó Adel.
-"Apuesto mi pom-pom a ello, kupó".
-"Si nos encontramos con más, entonces tendremos que lidiar con ello".
-"Para que lo tengamos claro: yo no tengo intención de pagar ni un gil por lo que haya hecho Luso."
-"Vale, vale".

Pero cuando las bebidas llegaron, levantaron sus copas hacia el mensaje de Luso e hicieron un brindis en silencio.


Estas serían las cinco historias publicadas sobre el juego. Ciertamente, esperamos que os haya gustado la nueva traducción y, bueno, no podemos dejar de sentir nostalgia por lo que fue este título. Al menos tenemos nuevos grandes juegos estratégicos en el mercado actual y se nos vienen otros, así que algo de lo que fue Final Fantasy Tactics A2 seguirá en nuestros sistemas. Brindemos en silencio nosotros también.

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